Manifiesto




¿Qué es ficción?
   Se entiende que la ficción no es oponible a la realidad.  Dice Baudrillard:
"Ahora bien, la ficción no es lo imaginario sino lo que se adelanta a lo imaginario realizándolo".


Pacto ficcional
   Es un intersticio en donde la ficción y lo real son un mismo continuo en distinta frecuencia. Así mismo, debe suceder en cualquier modo y de cualquier modo que suceda sea recibida y manipulada a reacción. No consiste, en mostrar un origen, un espejo del origen o un pensamiento acerca de dicho origen. Se trata, más bien, una realidad creada de la propia realidad. Esto se puede llamar ficción o no-ficción. Podemos llamarla “acontecimiento”. La imagen (no toda desde luego, sino aquella imagen interesante y provocativa… ) es un acontecimiento.
   Estos “acontecimientos”, son los que nos llevan a cuestionarnos lo que percibimos y si se decide, o no, ser partícipe de ello. Los acontecimientos se caracterizan por hendir el alma, la historia de los que los viven.
   La ficción tradicional crea un acontecimiento falso. Nadie de los que participan en ella siente la hendidura del acontecimiento en su alma. Cada elemento se refugia en su disfraz, y no sólo los actores son actores. Lo dijo Godard: “Yo también soy actor, solo que detrás de la cámara”. Es la seguridad bajo la que pervive el rito del teatro, la seguridad de la ceremonia, de lo especial, de la reunión extraordinaria, del carnaval, de las vacaciones en la playa y de la buena voluntad en navidad (como el amor, que se supone, en San Valentín). Y, cierto… también es la seguridad del arte.
   Ahora bien, ¿qué ocurre cuando nadie espera un acontecimiento y éste sucede? Impacta. Trasciende. Lejos de ser algo reflexivo, tiene toda la vitalidad de lo esencialmente azaroso y casual y, sin embargo, grabado y manipulado posteriormente, tiene también toda la maravillosa falsedad imaginaria de lo ficticio.
   Pero, a su vez, entendemos, porque lo hemos vivido, que el acontecimiento nos ha marcado. La ficción ha bailado a lo largo de toda la realidad vivida resaltándola extraordinariamente.
Cuando comúnmente se habla de experiencia, no entendida como maestría sino como devenir de la vida en la percepción individual de cada persona, no observamos que la experiencia es algo defectuoso, en el sentido de que es siempre, por defecto. Por lo tanto, ya el simple hecho de que tengamos tan inculcado que para vivir una experiencia es necesario rodearse de elementos más o menos inusuales, indica hasta qué punto hemos asimilado ciertos estándares de comportamiento y los cumplimos a rajatabla, como algo consustancial a la vida o al vivir en sociedad.
   Un acontecimiento es un pico en esta línea vital que es la experiencia. No es una experiencia más. Posee una violencia extrema. Los antiguos acontecimientos eran siempre fuerzas de la naturaleza en el acto inmediato de su puesta en escena. Una lluvia torrencial, un volcán, un alud (pero también, la lluvia de verano, las flores en primavera, la declinación del sol en otoño, las nieves y el frío del invierno) ¿Cuántas tradiciones se han forjado tras el acontecer continuo de estas fuerzas implacables?
   La violencia del acontecimiento no radica en su argumento (es evidente que vivir un atentado es sufrir un acontecimiento horrendo, extremadamente violento, pero se entenderá que no nos referimos a este tipo de violencia), sino la forma en que se presenta. Acontecer es caer fulminantemente sobre la vida y, para bien o para mal, alterarla indefectiblemente. Se le puede dar a esto la dimensión que se quiera, la alteración siempre se produce.
   Del acontecimiento más pequeño siempre se desprende belleza.
   Del más atroz (Hiroshima, el Holocausto) aún nos preguntamos qué ocurrió y por qué.

A & Z  



- BAUDRILLARD, Jean. América, pág 130. Edit. Anagrama, Barcelona, 1987
- Entrevista a Godard en el documental Voices, que recoge algo así como un what’s about One plus One. Viene en los extras del dvd del film de Godard.