Purísima

Hay una fila que apenas y puedo distinguir entre el olor característico de la ilegalidad. Somos unos adeptos más a perder el control, las luces aledañas pueden fácilmente confirmarlo. El movimiento descontrolado de los cuerpos, la barra y el candil con un movimiento que claramente les sigue el paso. Entre tanta deriva hay breves respiros a la lluvia de alcohol y sudor; las mesas son los salvavidas para la náusea crónica. El barco está a punto de partir y no hay nada que podamos hacer,  el casco mantiene firme su ocre de batalla. El mar de manos, de perversión, alcohol y bajas pasiones es el kraken por excelencia. Las sirenas se mantienen fieles a su función: atraer incautos con la promesa del néctar anhelado. Es ahí cuando no encuentro mi lugar, dejemos algo claro si es que estamos por zarpar, somos unos marineros de agua dulce, perdidos a nuestra suerte entre los ríos calles, las pequeñas lagunas se han quedado demasiado lejos como para tener la certeza de un regreso.

Leave a Reply

¿Entonces?