Valerí

Empecé queriéndote escribir algo como Cornestone, pero termino siendo una patético intento de. Algunas otras veces intente invitarte a salir, pero no salió del todo bien; creo que se debió al que en algún momento fue tu novio y a los idiotas que suele frecuentar. En algún momento llegamos a ser compañeros de clase, compañeros de equipo y tipos desaliñados en alguna parte de la ciudad. Afuera la ciudad tiene un calor que puede llegar a ser extremo, pero dentro de la oficina hay que usar algunos abrigos; cuando las tardes se vuelven sin sentido, nos espera una tarde en algún cubículo del cual no puedo recordar el número.

A momentos me gustaba imaginarte dentro de algunos años, no viviendo aquí. Con un gato de tiempo completo, mientras las facturas seguían llegando mes con mes. Luego cualquier día podría ser un día de lavandería.  Los días pasaban como locos y la gente seguía queriéndome creer dealer, pero en mi mochila solo hay algunas viejas libretas con dibujos que claramente hiciste una tarde de taller. En que caja empacaremos todos los libros que restan es el mayor de los problemas que podría ayudarte a solucionar. Debe haber algo que quiero tener con tu tono de voz, incluso con tu forma de manejar, que supongo debe ser una aventura difícil de frecuentar; te recuerdo batallando al tratar de limpiar algo de hierba cuando querías fumar, no pude comprender como es que nadie trato de pedirte matrimonio antes. No eres un trabajo de tiempo completo, más bien eres una vacación constante, un eterno intento de regreso que se va prolongando; una plática en algún café de la capital, un recorrido por los lugares más peligrosos que pudiera imaginar -aunque realmente no sucedió nada- una rayuela – la de cortázar- un conversación de negocios difícil de tratar, un metro lleno a punto de trasbordar, unos momentos entre el decidir, un suave beso y el adiós.


Leave a Reply

¿Entonces?