Alameda

    "Tengo el presentimiento de que volveré a parar en el mismo espacio del que tanto batallé para salir". "Si todo fuera tan sencillo, como lo describen tus palabras, podría atreverme a intentarlo, a querer salir de este círculo de manías y larga melancolía del cual soy víctima". Palabras más, palabras menos, frases pseudo pesimistas que se crean y forman durante momentos de ausencia y soledad de inicio de semana, bajo la deslumbrante luz que reina en el metro y el calor de las personas que lo ocupan y nos entremezclan. Como el aceite que sobresale en el agua, su rostro llamó la atención.
    "Voy a casa, a casa". "Voy a partirle la madre a ese pinche bastardo". El muchacho empezó a arder conforme las palabras salían de su boca. "Juro que le voy a partir su perra madre". Las personas callaban, miradándose entre sí, se alarmaban por la agresividad que llegaba a sus oídos y el cuerpo del chico que enrojecía entre el tumulto. "No me importa ser el pendejo, nadie me hace eso a mí". Qué calamidad, las madres empiezan a moverse por la seguridad de sus hijos, los hombres se atenían a actuar si el chico explotaba, la gente seguía los viejos rituales que la humanidad tanto se ha esmerado en cultivar. "¿Por qué me miran así? Ustedes no saben lo que ese hijo-de-su-puta-madre me hizo". Enfoque al máximo. "Me quitó a mi Liliana, ¡a mi Liliana!". Recuerdo el paso de la gente a través de él cuando el vagón llegó al andén del transborde, lo dejaban de lado, lo olvidaban como se olvidan las mínimas deudas, lo dejaban atrás como a las desconocidas lenguas tras unos tragos en el bar. 
    "Liliana". Agachando la cabeza. "Liliana". Suspirando brevemente tras la a, tras la ana, tras el triunfo de haber perdido una vez más. "Váyanse a la verga todos". Miradas de una multitud nueva en el vagón, orgullo entre la garganta. Dos vergazos y a dormir. ("¿Liliana, dónde estamos?"). 
    "¿Qué pedo?". El sol se había metido y en la Alameda casi no caminaba nadie a esa hora. Un hombre de avanzada edad se acercó al chico, le dijo que llevaba cerca de media hora inconciente, que nadie lo había querido levantar por la frase que se leía en su camiseta. "¿Quién me dejó aquí, señor? ¿Dónde está Liliana? ¿Cuál frase?". El anciano señaló el pecho del hombre, se leía la frase: «Soy un mierda». El hombre pensó en Liliana juntó a Rogelio, pensó en cómo la cagaba todos los días y su afán de seguir cayendo tan bajo. "Tengo el presentimiento de que volveré a parar en el mismo espacio del que tanto batallé para salir". "Si todo fuera tan sencillo como lo describen tus palabras podría ateverme a intentarlo, a querer salir de este círculo de manías y larga melancolía del cual soy víctima". Palabras más, palabras menos, frases pseudo pesimistas que se crean y forman durante momentos de ausencia y soledad de inicio de semana, bajo la calurosa noche de mayo y la negrura que se empeña en ahogarlo de incertidumbre. Como Liliana, quien cansada de tantas chingaderas, huyó a los brazos del pendejo de Rogelio.
   

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¿Entonces?