En Guadalupe vienen tiempos mejores.
El camino de regreso suele ser más corto, no sé si es porque
uno ya sabe lo que tiene que pasar de nuevo; cosas mentales o alguna manera de predisposición
que uno tiene y nunca termina de notar. los domingos siempre me saben a
regreso; la gente duerme por lo general y si uno sale temprano puede ver los
vestigios de las fiestas, gente en sillas y niños tomando el control de todo.
En particular, mi regreso me sabe a derrota; no puedo evitar pensar que vienen
cosas mejores, cosas que me puedan sacar de esta excusa que me mantiene a
flote. me siento identificado plenamente con Guadalupe; lo odio, es decir yo también
me odio.
A estas alturas, no puedo evitar pensar que tal vez a Guadalupe
también lo han defraudado. la gente no le dio lo que necesitaba para poder
reclamar esos tiempos mejores que cantan las bardas, que tal vez todos lo
fueron dejando al margen de sus vidas y a momentos recuerdan su proclama de
tiempos mejores, tan solo para reclamarle su incumplimiento.
Me gustaría que Guadalupe, la ciudad, más bien fuera una
persona, una que pudiera entender las palabras que voy articulando; después de
todo, creo que terminaríamos odiándonos.